Cambio al paradigma en el tratamiento de la obesidad

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La pandemia develó muchas realidades que nos duelen. La soledad de los adultos mayores, las diferencias abismales en el aprendizaje online según estrato social y la sobrecarga de las mujeres en los roles de cuidado del hogar, entre otras, tan importantes como el rol que jugó la crisis sanitaria en la obesidad.

Encierros, poca o casi nula actividad física. Optar por comer, cocinar y beber para poder pasar la etapa más difícil de la pandemia tuvo sus consecuencias en las personas. Si bien los niveles de obesidad desde hace años ya eran bastante preocupantes, los últimos informes son radicales: por primera vez en la historia de nuestro país, el próximo año podría haber más niños con obesidad que en un estado nutricional normal.

Suena increíble -no en el buen sentido de la palabra- pero uno de cada tres escolares tiene sobrepeso y sólo 35% tiene el peso normal, con casi 11% de los estudiantes con obesidad severa. Estas cifras son los resultados oficiales del Mapa Nutricional 2021, elaborado por la Junaeb, y que dan cuenta que en el contexto “postpandémico” de 2022 los jóvenes presentan mayores índices de obesidad que los que se habían informado en los años anteriores.

Al parecer, el segundo año de pandemia tuvo un efecto mayor que el primero y actualmente uno de cada tres niños con obesidad tiene niveles severos. Comprendemos que el impacto que tuvo esta situación de salud mundial fue profundo, pero también hay que poner en relieve el tipo de alimentación que se ha masificado en los últimos 20 años.

Alimentos ricos en carbohidratos, de gran aporte calórico, muchas frituras y poco consumo de verduras. Mucha comida procesada, envasada, “rápida” y poca preocupación por equilibrar lo que comemos, sumado al sedentarismo y la afectación de la salud mental con altos niveles de ansiedad y angustia.

Esto no es sólo un problema relacionado con el futuro y las enfermedades que vengan como consecuencia del exceso de peso, sino que también repercute en la calidad de vida presente de nuestros adolescentes. Su salud mental, física y relacional actual es lo que nos preocupa.

Es por esto que la intervención que hay que realizar es a nivel sistémico y cultural. Necesitamos promover la actividad física y sus beneficios, debemos enseñar sobre la importancia de la educación alimentaria, sobre la relación saludable con la comida, regular la publicidad de alimentos y aumentar la disponibilidad de los que son más saludables. Hacernos cargo como sociedad a nivel integral nos posibilitará mejorar las cifras que hoy nos preocupan.

A través de Junaeb, el Mineduc ha ideado un plan interministerial, que se presentará para intentar frenar esta situación, el que se ha denominado “Demos la vuelta a la Manzana” y que convoca a los ministerios del Deporte, Salud, Trabajo, Desarrollo Social y Familia e Injuv, donde cada entidad pone a disposición iniciativas o programas. Ahí habrá tres herramientas de diagnóstico: el Mapa de Junaeb, un observatorio de Elige Vivir Sano, una Encuesta Nacional de Salud y 12 herramientas de intervención, entre las que destacan un plan de cobertura nacional de prevención y manejo de obesidad infantil del Minsal, cambios en el Programa de Alimentación Escolar y el Programa Piloto Tratamiento Obesidad (tratamiento médico), ambos de Junaeb. Un programa de actividad física del Mineduc, Crecer en Movimiento del Mindep y microbancos de alimentos del Sistema Elige Vivir Sano.

Sabemos que es una tarea titánica, pero tenemos esperanza que -como una vez el doctor Monckeberg y su equipo lograron erradicar la desnutrición infantil- esta vez desde las herramientas adquiridas podamos poner freno y eventualmente revertir esta situación tan deletérea para nuestras futuras generaciones. Pero para que todo esto funcione debemos generar un cambio de paradigma a todo nivel: la obesidad es una enfermedad crónica y debe ser tratada como tal, con diagnóstico, tratamiento garantizado y un equipo multidisciplinario de salud. Debemos contar con guías clínicas y de esta forma comenzar a tratar a la obesidad con la empatía que requiere a nivel social, cultural y médico.

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